UN DÍA EN LA VIDA DE MI LÁPIZ
Salí al recreo y se me había quedado la merienda en el pupitre. Subí e oí un grito diciendo:
”Estoy harto de:
¡ Qué me de baños de saliva , qué me tire al suelo, qué me muerda, qué me taje! Porque va acabar con mi vida, más pronto de lo esperado.
¡Qué me deje encerrado en el estuche, hasta el día siguiente y qué me de golpes contra la mesa! … ESTOY HARTO.
Desde ahí me dí cuenta, de que tratábamos a los lápices, como un trozo de madera con una mina por el medio, que sólo nos sirven para escribir.
Definitivamente, eso es lo que son.
Celia muy original tu texto.Creo que tendríamos que tratar mejor a los lápices.
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