lunes, 7 de febrero de 2011

Las gafas de Sara

Aquel día era especial, era viernes y como recompensa de todo mi esfuerzo de la semana, mi prima decidió darme un detalle. Ese detalle, me decía mi prima, era de lo más impresionante que me podía imaginar. Eran unas gafas. Yo no me esperaba eso!!. En ese mismo instante me las puse para que me viese estrenarlas y quien se llevó la más grande sorpresa no fue ella, sino yo. Al fin y al cabo eran unas gafas, pero no como otras cualquiera, porque le daban la vuelta al mundo ya que las guerras se convertían en paz.
 
Las pistolas eran como las de juguete que, en vez de balas, tiraban golosinas a los niños. Todos eran felices, nadie sentía tristeza.
 
Más tarde fui a mi casa y cuando entré en mi habitación vi a todos mis juguetes andar, saltar y bailar. Era como si estuvieran vivos. Uno de los juguetes más especiales era una osa llamada Lola, su pelo era blanco como la nieve recién caída. Sus ojos me recordaban el mar en un día soleado de verano, azul.
 
Y así fue como esas gafas no las olvidaré nunca, ya que era el regalo que nunca pude imaginar.

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