Un día fui a la óptica y me compré unas gafas. Me las puse muy contento y me fui a jugar al rugby.
El campo era tan grande que era interminable. De repente, aparecieron jugadores profesionales; fue tan rápido que parecía que se habían teletransportado y tuve que jugar un partido contra ellos. Mientras jugaba con ellos era como si jugase al nivel de un profesional.
Al acabar el partido me quité las gafas y me encontré en la cama; al final todo había sido un sueño.
Ya podía ser la vida así.
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